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Atletismo 21 de Agosto de 2019

María Elena hace camino al marchar

Medina fue trasplantada de riñón en 2012 y encontró en el atletismo una disciplina para iniciar una vida completamente nueva, repleta de felicidad.

Hay muchas historias de superación en el deporte. Miles. De deportistas que sufrieron graves accidentes y volvieron al ruedo; otros que se repusieron de enfermedades y pudieron retornar a la actividad; u otros que cayeron en depresiones, por drogas, juego compulsivo o alcoholismo, por ejemplo, y salieron a flote al retomar su disciplina.

Pero, también, están los casos de personas que encontraron en el deporte una salida a su adversidad. Tal es el caso de María Elena Medina, una joven de 33 años, oriunda de Isidro Casanova, a la que, a los 19, le detectaron una insuficiencia renal. “En el 2005, de la noche a la mañana, mis riñones dejaron de funcionar. Voy al cardiólogo con mi papá, porque me dolía mucho la cabeza, y encuentra que tenía la presión muy alta. De ahí, me deriva a un nefrólogo, quien me hace un análisis muy simple, de orina y sangre, y todos los valores relacionados con los riñones estaban muy altos, así que me dice que me tenían que internar para realizar una biopsia, pero previamente, me tenían que dializar. No entendía mucho lo que estaba pasando. Una vez que tienen los resultados de la biopsia, me dicen que padecía una insuficiencia renal crónica, que me tenía que dializar y, para tener una mejor calidad de vida, me tenía que trasplantar. Ahí me cambió todo”, cuenta María Elena en diálogo con El1 Digital.

Ya en la lista del Incucai, Medina comenzó a dializarse a la espera de un donante, pero el proceso tardó más de lo esperado. “Siempre tuve la esperanza de conseguir un donante rápido, sin embargo, no fue así; esperé seis años y ocho meses. En el 2011, mi salud empezó a deteriorarse. Mi mamá siempre quiso ser mi donante, pero yo no aceptaba porque la quería cuidar. Pero, como ese año había tenido muchas complicaciones en diálisis, le dije que aceptaba. El operativo lo íbamos a hacer en marzo en la Fundación Favaloro, pero, el 15 de febrero, apareció mi donante. Siempre digo que fue un volver a nacer, y no hay un solo día en el que no le agradezca a esa familia donante que me diera la posibilidad de vivir”, relata quien, durante su etapa de diálisis, se recibió de periodista y ahora estudia el segundo año del profesorado de Lengua y Literatura.

Una vez trasplantada, María Elena comenzó con la rehabilitación y encontró, sin saberlo ni quererlo, su futuro. “En hemodiálisis, tenía un profe, Ezequiel Correas Espeche, con quien hacíamos actividad física, y quien también era trasplantado de riñón. Él me contaba que había Juegos Nacionales para personas trasplantadas, que había Mundiales, pero yo no quería saber nada. El deporte nunca me llamó la atención. Cuando me trasplanté, la inmunosupresión, los corticoides y demás, te elevan mucho el peso y me decidí a hacer algo. Cuando mi doctora me dio la autorización para hacer actividad, comencé a hacer rehabilitación con Carlos Lirio, un profe trasplantado de corazón que trabaja en el CeNARD. Y, en el 2013, quedé dentro del programa Deporte Salud, que está destinado a poblaciones vulnerables. Ahí me empecé a enganchar”, dice.

- ¿Con qué deporte te iniciaste?
- Empecé a caminar, y uno de los profes me dijo que podía hacer marcha. No sabía qué era, pero comencé. Y, al mismo tiempo, empecé a venir a la Universidad también, donde me inicié en lanzamiento de jabalina y de pelota. En el 2015, estaban los Juegos Nacionales para trasplantados y me presenté en seis pruebas que eran clasificatorios para el Mundial que se haría en Mar del Plata; el primero en Sudamérica. Terminé quinta en marcha. Y, ese año, también, me incorporé a la Asociación de Deportes de Trasplantados de la República Argentina (ADETRA). Así que era todo nuevo, pero, a su vez, re lindo.

- Y, a partir de ahí, ¿qué significó el deporte? ¿Un cable a tierra?
- Sí, pero no solo desde la salud, sino también como forma de ayudar a los demás. En la Asociación, con otro compañero, hacemos todo lo que es comunicación y tratamos de visibilizar la importancia de donar, porque hay mucha gente que espera. Trasmitir todo lo bueno que viene después del trasplante es magnífico. Quiero demostrar que la salud y el deporte van de la mano, y exponer que una puede tener una vida plena después de un trasplante. Además, es inclusión, amistad, porque hay chicas y chicos de otros lugares del país que los veo cada dos años a través de los Juegos, y eso está buenísimo.

Al cierre de esta edición, María Elena viajaba, junto a 39 deportistas más, al Mundial de trasplantados que se realiza en Newcastle, Inglaterra, donde competirá en marcha 3 kilómetros, categoría Senior; lanzamiento de pelota y de jabalina, y posta 4x100. “La Asociación tiene apoyo del Incucai, del Laboratorio Gador y de la Agencia Nacional de Deportes de la Nación. Pero, además, parte del viaje me lo solventé yo, con rifas que estuve haciendo; y, con la otra parte, me ayudó la Municipalidad de La Matanza, a la que le estoy muy agradecida. Lo mismo para la Universidad, que me becó los entrenamientos”, sostiene.

¿Vas a buscar resultados o a disfrutar?
A disfrutar. Obviamente que, cuando competís, buscás lo mejor. Pero yo lo vivo con alegría, porque nunca me imaginé que iba a hacer deporte, que iba a estar en la Asociación, y es un desafío nuevo y lindo. Ya con eso estoy agradecida. Siento mucho orgullo por representar al país en este Mundial. Son muchas cosas que a una se le pasan por la cabeza, así que le agradezco a la vida esta segunda oportunidad.

Fotos: Valentina Rendich (Fotoperiodismo UNLaM nivel 2)

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