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Karate 20 de Octubre de 2017

Marcos Pezzola, un pequeño gigante

Con apenas nueve años, este prometedor karateca que entrena en la Universidad Nacional de La Matanza ya ostenta el título de campeón del mundo de su categoría en la modalidad combate.

Década del 70… El pibe de 10 años hace “jueguitos” en el campito de Villa Fiorito. Primero con una zurda mágica, después con la cabeza. El cronista lo interrumpe al Cebollita y se acerca para preguntarle sobre un sueño a cumplir. Y el gurrumín, dubitativo, le contesta: “Son dos… El primero, jugar en un Mundial, y el segundo, salir campeón”.

En la actualidad… Marcos Pezzola tiene 9 años y, desde principios de 2016, practica karate en la Universidad Nacional de La Matanza. Está en el Gimnasio “Juan Manuel Fangio” pero quieto, no hace el kata (técnicas individuales de defensa y ataque contra enemigos imaginarios) que habitualmente realiza durante los entrenamientos porque, hace unas semanas, se cayó andando en skate y se fracturó el radio del brazo izquierdo. El cronista lo cita para realizarle una nota porque ¡ya es campeón mundial!

“Cuando me eligieron Deportista del año, lloré de la emoción”, manifestó Marquitos.

A fines del 2016, “Marquitos” participó del Mundial de karate organizado por la Federación a la que pertenece la UNLaM y, en el Gorki Grana, se consagró campeón en su categoría en kumite (combate) y fue subcampeón en kata. “Para mí es más valorable lo obtenido en kata porque, dentro del karate, es la categoría más difícil y uno tiene que demostrar lo que sabe, por eso es destacable por su edad y poca experiencia”, cuenta Rolando López, profesor de Infantiles en la Universidad. “Fue una experiencia emocionante, me sentí muy alegre. Fue un lindo momento porque disfruté un montón, de estar con personas de otros países, poder charlar con ellos. Me encantó”, dice Marcos, actualmente cinturón verde, quien venció a dos argentinos y a un panameño para colgarse las medallas.

La relación de Pezzola con el karate fue de casualidad, pero una vez que comenzó, se afianzó día tras día. “Mi hermano había empezado básquet y yo quería hacer taekwondo, pero como ya era tarde para inscribirme, no pude. Un día, vi la clase de karate y me gustó, así que empecé. Lo que más me gusta es el kata, que te enseñan secuencias.

Entreno permanentemente. A la Universidad vengo todos los días y en mi casa, cuando termino la tarea del colegio, me pongo a practicar”, relata el nene que cursa cuarto grado y, entre sus materias preferidas, están matemáticas y actividades plásticas.

“Nosotros les decimos que el karate es una materia más de la escuela y, como son responsables con la disciplina, lo tienen que ser con la escuela. Quizás tienen que sacrificar un poco del tiempo libre para practicar el deporte, pero esa es la filosofía del deporte; sacrificio y responsabilidad”, comenta López. Y agrega: “Marcos es un chico que viene a entrenar mucho, se preocupa por crecer y tiene mucho entusiasmo. En el caso de ellos, los más chiquitos, tiene que ver más con el ánimo y el espíritu de la competencia, no tanto por la experiencia, obviamente, y eso fue lo que le hizo ganar el Mundial”.

El nene, que en agosto cumplirá 10 años, ya piensa en cómo comenzará su recuperación dentro de un mes, cuando le saquen el yeso de su brazo izquierdo. “Quiero disfrutar y avanzar más. Me gustaría ser como el profe; aunque sea difícil lo voy a intentar”, desea Marcos, quien vaya a saber si, de acá a unos años, se convierta en el Maradona del karate.

CÓmo LLegar

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