Una nueva tarde en el natatorio de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y allí están ellos, una vez más. Agustina Ingrassia (19 años), Tamara Pons (23) y Ezequiel Sosa (23) se preparan para un nuevo entrenamiento, o para ir a cursar, pero no pueden dejar de pasar por su “hábitat natural”. La pileta es por donde pasan gran parte de los días y a lo que dedican sus vidas, desde muy pequeños.

Hace unas semanas, en los Juegos Universitarios Regionales, descollaron al obtener 14 de las 31 medallas de oro que consiguió la UNLaM y tres de las 15 de plata. Sosa se colgó seis de oro (50, 100 y 200 pecho, 200 mariposa, 400 combinado relevo y 200 libre relevo); Ingrassia cuatro doradas (100 mariposa, 100 y 200 espalda y 400 combinado relevo) y dos de plata (400 combinado y 200 mariposa); y Pons cuatro de oro (50 y 200 mariposa, 50 libre y 400 combinado relevo) y una plateada (100 libre), por lo que no sólo lograron grandes resultados sino pudieron bajar sus mejores marcas.

“Hay momentos en los que odio a la natación, porque estoy seis o siete horas entrenando, pero después llego a casa y ya estoy pensando en lo que voy a hacer mañana. Es un vicio”, dice Pons.
Hay equipo
Pese a que la natación es un deporte individual, los representantes matanceros hacen hincapié en la importancia que tiene todo el grupo para lograr sus triunfos. “Eso se da porque somos una gran familia”, manifiesta Sosa. “En los JUR llegué acá re ansioso, empezamos a hacer bromas y a divertirnos con los chicos y las chicas y, cuando competí, logré todo lo que me propuse. Por eso me gusta representar a la Universidad”, agrega el estudiante de Educación física.

“Es verdad. La natación es un deporte muy individualista y cuando venís acá, y estás con los chicos, te saca de eso personal y te divertís. Yo vengo a divertirme. Por eso me encanta que se haya formado una Liga Universitaria en todo el país, y creo es el inicio de algo nuevo muy lindo”, dice Pons, quien cursa primer año de Kinesiología.

“Yo me anoté en esta Universidad porque Jorge (Ciámpoli, entrenador de la UNLaM) me dijo que existían este tipo de torneos. A mí me pasó lo mismo. Me salieron unas marcas increíbles que desde hace tres años no los podía bajar, y es por esto que dicen los chicos; estás relajado y feliz por lo que hacés”, cuenta Ingrassia, alumna de Nutrición.

¿Cómo se iniciaron en el deporte?
ES: Empecé a los 4 en las clases para niños y después dejé por el baby fútbol. A los 13, más o menos volví, y al mes y medio me incorporaron al equipo del Club Portugués de Casanova. Ahí empecé a competir en los Bonaerenses y en otros torneos buscando federarme, y a los 16 lo conseguí. Pero no fue por la competencia en sí sino por el grupo de amigos que hice.

TP: Yo nací en Córdoba y empecé allá a los 4 años porque tenía broncoespasmo. Después nos vinimos para acá y seguí en el SITAS pero a la vez hacía hockey, por lo que llegó un momento, cuando comencé la secundaria, en el que tuve que elegir por uno de los dos y opté por la natación... No sé por qué, porque me amaba los dos deportes, pero esto me salió del alma. Así que a los 14 años me federé y empezamos a buscar torneos importantes.

AI: Arranqué a los 5 años porque me desmayaba en todos lados. Estaba comiendo, por ejemplo, y me desvanecía. Me llevaron al médico y les dijo a mis papás que era porque tenía demasiada energía acumulada, así que les recomendó que haga natación porque era el deporte que más desgastaba. Al principio me gustaba nadar, entrenar pero no quería competir. Un día, mi entrenadora, me anotó sin avisarme en una carrera de aguas abiertas en San Antonio de Areco y fui llorando porque no quería saber nada. La cuestión es que nadé, gané y a partir de ahí me motivé para seguir.

¿Qué esperan de la natación?
TP: Espero que me deje lindos recuerdos para toda la vida. Por ahora lo estoy logrando. Y en el día a día, seguir cumpliendo los objetivos. Tener ese espacio para expresarme de la mejor manera que tengo para alcanzar las metas. ¡Es mi cable al agua, ja! Por ahí me levanto, me peleo con mi mamá, vengo a la pile, entreno y, cuando vuelvo a casa, me pongo a hablar con mi mamá como si nada. Y me dice: “¿Vos no estabas enojada conmigo?”. En el agua me olvido de todo.

ES: Mi sueño es llegar a un Juego Olímpico, ya sea como nadador o entrenador, pero quisiera vivir esa experiencia. Sé que es una meta ambiciosa pero me iré poniendo objetivos cada vez más altos para seguir nadando siempre.

AI: A mí me encantaría ir a un torneo con la Selección Nacional, pero el día a día me encanta, lo disfruto. Es un loquero, porque no tenés tiempo para nada, pero como lo hacemos desde chicos y no tenemos otra cosa que esto, decís: “¿Qué haría sin la natación?”